San Ignacio manifestó una devoción significativa a la Iglesia católica. La iniciativa de “Compañía de Jesús” fue quien le brindó, a través de la afiliación de más de cien mil miembros y absoluta devoción al Papa, el reconocimiento como una de las figuras eclesiásticas más importantes de la historia.
La figura de San Ignacio, por trasfondos históricos, tiene cierta influencia sobre santa muerte. En este artículo te mostraremos un prototipo de oración destinado al mismo.
Oración de San Ignacio de Loyola a La Santa Muerte
Escoged oh, y recibid toda mi libertad, memoria, entendimiento y voluntad; hazte con todo mi haber y mi poseer porque vos, mi Señor, así lo pedisteis.
Oh, a vos lo torno, todo lo mío es vuestro; pues disponed de ellos según le convenga y exija tu propia voluntad, lo único que pido a cambio, es que te dignes a proveerme tu gracia y más sublime amor, que éstas bastaran para satisfacer mis más puros deseos.
Alma de Cristo, santifícame en éste momento; cuerpo de cristo, sálvame en la eternidad; sangre de Cristo, embriágame con tu poder; agua de Cristo, lávame de las impurezas; y pasión de Cristo, confórtame en mis más tortuosas dolencias.
¡Oh, buen San Ignacio! Atiende a mis plegarias y oye lo que tengo que decir. No permitas que nada ni nadie me aparte de lo maravillosa presencia, dentro de tus llagas, escóndeme para que nadie me encuentre; no permitas que el maligno enemigo hoce acecharme, defiéndeme con tu poder y, en la hora de la muerte, llama a mi alma.
Mándame ir a tu presencia, para que tus santos se glorifiquen por lo siglos de los siglos. Señor, anhelo prepararme bien para este momento, confío en que todo mi ser esté atento y doblegado para obedecer tu palabra; permíteme clarificar hasta la más puras de mis intenciones, pues, tengo cientos de gozos contradictorios…
Me condeno por cuestiones que no tienen ni la menor de las importancias o, que, de cierta forma, se desvanecen en el aire; pero sólo tengo presente, que te entrego todo mi corazón, consagrado y confiado en que tú actuarás de mediación con el Rey de Reyes, me permitirás uno nuevo.
En todo lo que me he convertido hoy, todo aquello que me digne o intente hacer, mis encuentros, reflexiones, frustraciones y fallos con los cuales he tenido la valentía de enfrentar, y, sobre todo, en éste momento de conversación contigo, te pido que coloques mi vida en tus poderosas manos.
Intercede por mí ante Cristo, San Ignacio; Amén.
Importancia de la oración a San Ignacio
El papel de San Ignacio como guía y arquitecto de preceptos relativos a la inteligencia humana ha quedado claramente demostrado e inducido en el texto planteado que, por supuesto, puede haber variación del mismo cuando se planifiqué hacer oraciones a la Santa Muerte.
Preceptos relativos a la incursión de estas oraciones están, primariamente, inducidos por la forma en que debe de procederse a modificar las variantes para establecerlas, por ejemplo, a Santa Muerte. A pesar de que no es determinante, sí puede considerarse como una base estructural.